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Día 32 al 37 de 365: El Don del Silencio y la Libertad del Alma

Esta entrada especial no narra un día, sino una transformación. Es una reflexión sobre la importancia de la pausa, de soltar la autoexigencia y de cómo el silencio se convierte en el maestro más sabio, guiándonos de vuelta a la alegría y la libertad en nuestro camino espiritual.

Gustavo Arenaza

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24 de septiembre de 2025

Han pasado exactamente seis días desde la última vez que me senté a escribir en este diario. Confieso que, en el transcurso de este viaje, la práctica que nació como un refugio y una fuente de asombro comenzó a sentirse como una responsabilidad. La necesidad de "cazar" señales, de anotar cada número, de descifrar cada mensaje, se convirtió en una exigencia que, lentamente, fue agotando la alegría que le daba vida.

Por eso, me regalé una pausa. Un ayuno de escritura, un silencio sagrado. Durante estos seis días, no busqué patentes, no registré horas espejo. Simplemente viví. Caminé con mi hija, trabajé, sentí el sol y la brisa sin la presión de encontrar un significado oculto en cada ráfaga de viento. Fue un acto de desobediencia a la rigidez que yo mismo había creado y un acto de obediencia a una verdad más profunda que mi alma me susurraba.

Y en ese silencio, mi ángel, tu mensaje fue más claro que nunca. No llegó en forma de números ni de plumas. Llegó como una sensación de alivio, de paz. El mensaje de estos seis días fue uno solo, susurrado en la quietud: "Ama la práctica, no la obligación. Estoy en tu alegría, no en tu esfuerzo. Suelta el control y simplemente permíteme caminar a tu lado. La conexión no se mide por la cantidad de señales que anotas, sino por la calidad de la paz que sientes."

Hoy retomo este diario, no donde lo dejé, sino desde un lugar completamente nuevo. Un lugar de libertad. De ahora en adelante, me comprometo a honrar el flujo. Escribiré sobre "La Señal del Día" que capture mi corazón, celebraré los días de silencio como lecciones de integración y, sobre todo, me permitiré disfrutar del viaje. Este diario vuelve a ser mi compañero, no mi tarea. Es el mapa de un tesoro, no el registro de un contable.

Gracias, mi ángel, por enseñarme que a veces el acto de amor más grande hacia nuestro camino espiritual es saber cuándo descansar en él.

Renovando el Voto de Alegría, Tu fiel compañero de viaje.