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Día 7 de 365: La Bendición del Silencio

No todos los días hay un trueno de revelaciones; a veces, la guía llega como una paz serena. La entrada de hoy es una oda a los días "sin nada que contar", descubriendo la bendición del descanso y la importancia de integrar las lecciones en el silencio.

Gustavo Arenaza

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26 de agosto de 2025

Hoy me siento frente a estas páginas y, por primera vez desde que comenzamos este viaje, siento que no tengo una gran señal que contar. El día transcurrió en una calma serena, sin números que saltaran a mi vista, sin plumas en mi camino, sin mensajes inesperados. Fue un día... normal. Y mi primera reacción fue de duda: ¿qué escribo cuando parece que "no ha pasado nada"?

Pero luego, respiré hondo y comprendí. ¿Y si el silencio de hoy no fuera una ausencia, sino un mensaje en sí mismo? ¿Un respiro? Quizás, después de días de intensas señales y revelaciones, el regalo de hoy era simplemente la paz. Un día para integrar las lecciones aprendidas, para dejar que el alma se asiente y para simplemente "ser" en lugar de "ver".

La espiritualidad no siempre es un trueno, a veces es el suave murmullo de la vida cotidiana. Hoy no hubo un audiolibro revelador, pero hubo el calor de una taza de café en mis manos. No hubo una palabra que lo cambiara todo, pero hubo conversaciones tranquilas y risas compartidas.

Quizás la lección más profunda de todas es aprender a sentir la presencia divina no solo en los milagros evidentes, sino en la bendita normalidad. Confiar en que la conexión no depende de las señales constantes, sino que es un estado permanente. Hoy no tuve que buscarte, ángel mío, porque te sentí en la paz de un día sin sobresaltos.

Gracias por este día de calma. ¿Es esta la lección de hoy? ¿Aprender a sentirte en la quietud, a confiar en nuestra conexión incluso cuando no me hablas al oído, sino que simplemente caminas a mi lado en silencio?

Descansando en el Silencio, Tu Fiel Compañero de Viaje.